Noticias de Billy Ray Cyrus en Poprosa

Hola, amigos poproseros, soy Billy Ray Cyrus. Repite conmigo: BILLY. RAY. CYRUS. ¿A qué tengo un nombre molón? Pues además soy guapo, tengo un mentón que parece cincelado por artistas griegos, una mirada acero azul que lo flipas, un pelazo que huele a albaricoques y tanto dinero que me limpio el hojaldre con billetes de doscientos. Hablando de billetes, ¿no os parece que cada vez los hacen de peor calidad? La que está liando Zapatero…. bueno, bueno, que me disperso, a lo que iba: soy guapo y tengo pasta, debería ser un tipo feliz, ¿no? Pues nada de eso, soy un triste de la vida, más triste que le final de ‘Million Dollar Baby’ y la cara de la Duquesa de Alba juntos.

Me explico, yo soy cantante de country (ya sabes, de esos con botas de chupame la punta y sombrerazo que parece que los han sacado de una peli del oeste) y de los buenos, que he grabado 12 long plays (discos, vamos) que se han vendido como churros en las gasolineras (rivalizando con Camela ando) y he tenido infinidad de hits en radios locales y verbenas populares, pero la gente me confunde por la calle. Me dicen ‘¿qué pasa Kenny Rogers?’, ‘¿te veo más joven Kris Kristopherson?’, ‘¡Johnny Cash! ¿Pero no estabas muerto?’ o ‘¡Shania Twain! Firmame un autografo para mi niña, que es muy fans tuya’. Duele. Pero cuando yo les respondo que no, que yo soy el gran Billy Ray Cyrus, de los Cyrus de toda la vida, de los de Kentucky, como el pollo frito, viene lo peor porque ellos contestan:

Ahhhhh, el padre de Hannah Montana, ¿verdad? Que mona tu nena.

¿Un tio con la percha y el garbo que yo tengo y que me conozcan como el padre de una mocosa que canta en playback? Duele en el corazoncico… pero la verdad es que es culpa mia. La cuestión es que yo, que soy un hombre del renacimiento, un Da Vinci made in Kentucky, además de músico country soy actor, pero no un actor cualquiera sino uno de los buenos, uno de método, como Marlon Brando, Robert de Niro o Paco Martínez Soria. Tuve incluso mi propia serie, ‘Doc’, donde yo interpretaba a un médico buenorro que salvaba a todos los pacientes y se llevaba al huerto a todas las chavalas (vamos, como House pero sin cojera y con pelazo). Luego, cuando ya empecé a ser conocido como el padre de, hice de padre de (sic) mi hija Miley en Hannah Montana y antes tuve un papel corto pero importante (que digo importante, ¡crucial!) en ‘Mullholland Drive’. ¿Tu entendiste esta peli? ¿Si? Pues mandame un email y me la explicas porque yo me enteré de bien poquico… y eso que mi buen amigo Deivid Lynch me la intentaba explicar día si y día también en el set de rodaje. Quizás lo que pasaba es que yo estaba más pendiente de su pelucón a lo Almodovar que a lo que me decía. Le dí el número de mi peluquero (¡el mejor de todo Kentucky!) pero se ve que debió perderlo….

¡Pero que me desvío otra vez! Si va a ser verdad lo que el médico le decía a mi madre cuando yo era un zagalón de que tenía deficit de atención (toma pareado sin haberlo deseado)... Bueno, que estaba yo en el rodaje de Mullholland Drive intentándole meter ficha a Naomi Watts y a veces me llevaba a Miley porque se dice, se comenta, que un niño ayuda a ligar. Y entonces la chiquilla empezó con sus cosas: que si ahora canto por Britney Spears, que si ahora por Marisol, que si te recito el soliloquio de Hamlet ahora p’alante, ahora p’atras. Y todo el mundo me decía:

Mira la nena que bonica y que salá, deberías llevarla de castings.

Y yo, que soy guapo que lo rompo pero reconozco que soy más corto que Borja Thyessen, pues la llevé de castings y la cogieron en el Disney Channel y desde entonces venga a ganar dinericos la nena, venga a firmar autografos, venga a que la inviten a fiestas… ¡Alegría, alboroto, otro perrito piloto! Y claro, a mi pues me corroe la envidia, que es muuuuuu mala. Pero he aprendido un truco para apaciguar a la envidia malvada: como Miley es menor de edad todavía, su dinero…. ¡es mio! Y cuando quiero me lo gasto en cosas absurdas nada más que para fastidiar: que si un Maserati, que si un cortijico en la montaña, que si una top model como señora de la limpieza, que si la discografía completa de Ecos del Rocio, etc. Parece una tontada pero no veas lo bien que sienta.

Eso si, mi hija Miley es un claro ejemplo de que la fama te cambia, te deja más atontao que medio kilo de potaje de habichuelas con albondigas de postre. De niña era un primor, ¡si hasta se sabía la tabla de del tres del tirón! pero ahora ha cambiado mucho y sale en cueros vivos en las revistas, se da el lote con el novio ese raro que tiene, sube fotos de los amigos al tuiter ese de las narices y cosas de esas. Quizás debería castigarla pero eso me supondría una enrritación muy grande y enfadarse es malísimo para el cabello y mi pelazo es lo primero, ¡faltaría más!

Pero bueno, no sólo tengo a Miley, que yo soy un cristiano de los buenos y los únicos condones que conozco son los de los zapatos, sino que tengo otros tres hijos biológicos y dos hijastros que no hacen nada más que darme disgustos. Por ejemplo podemos hablar de Trace, con lo bonico que era de chico (si le regalé una guitarra y parecía Garth Brooks el condenao) y ahora dice que es emo y lleva flequillo y ha montado una banda de poprock que se llama Metro Station. Y yo le digo al nene: ‘pero vamos a ver, vale que hagáis poprock aunque sea una música satánica y vayas a ir al infierno pero, hombre de Dios, ten cabeza lo menos para ponerle nombre al grupo, algo con gancho como Flamenkito Apaleao o Flequillos Feroces, que eso no es nombre ni es ná de ná’.

En fin, amigos poproseros, que ya os dejo en paz con mis miserias, que me voy a echarme el acondicionador de huevo en el pelo para tenerlo divino de la muerte para la sesión de fotos de mi nuevo LP.

Un abrazo para ellos (si no huelen muy mal) y un beso para ellas (si están buenas).

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