Nuevo número de la revista Glamour de los que no pasan desapercibidos y de puntillas, sino que se deja ver a lo grande. Y es que contar con Elsa Pataky en su portada le da caché al asunto, pero si ya la desnudamos apaga y vámosos, a vender como caramelos a la puerta de un colegio, me lo quitan de las manos, me lo quitan de las manos.
La verdad es que ver a Elsa en topless no es que sea novedad, pero siempre es un gusto para la vista, aunque sea recatado, las cosas como son. Eso sí, sus abdominales me han dejado muerta. El caso es que la Pataky vuelve a hacer uso de su cuerpo (¿vuelve? ¿lo ha dejado alguna vez? qué cosas tengo) esta vez con un fin solidario, para ayudar al cáncer de mama y este reportaje lo ha hecho “por las mujeres”, bueno y para muchos hombres a los que seguro no les amarga para nada semejante panorama del papel couché...
La actriz está de nuevo en boca de todos (anda más quisierais golosones…) con su nueva película y porque haga lo que haga es noticia. Eso sí, ella lo lleva muy bien eso de ser popular…
Acepto la presión de la fama, siempre que se respeten los límites y no afecte a mi libertad. Lo peor es cuando tu vida pasa a ser la vida de todos
Vamos, algo que todos sabíamos, pero es que es precisamente el precio de la fama, lo que luego vende tu imagen y hace que la gente quiera ver tus películas, porque nena, seamos francos, por tus dotes artísticas y tu nivel de interpretación como que no, como que he visto críos en obras de teatro de escuelas con mucho más talento que el tuyo. Pero tú no te preocupes, mientras sigas teniendo esa fisonomía “natural heredada de tu padre y tu madre” (me parto cada vez que lo leo) y te sigas ligando a alguna estrella de Hollywood, yankilandia te seguira queriendo y todos estaremos felices y contentos.
Vía | Vanitatis
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