Pues sí, tenemos muchas ganas de casar a Katy Perry, más que nada para volver a verla vestida de novia que es lo que nos gusta a nosotros. Pero también os digo una cosa, poproseros. Por muchas ganas que tenga de verla de blanco, no me seduce nada la idea de que lo haga del brazo de John Mayer. Muy poco buen rollo me inspira este chico, que la ha cogido, la ha dejado y ha estado siempre envuelto de un montón de rumores muy poco recomendables.
El pasado día de San Valentín la vimos saliendo de cenar, llevando en una mano a John Mayer y en la otra un señor anillo de los que huelen a compromiso. Un representante del diseñador no tardó en salir diciendo que la joya con rubí en forma de corazón - hor-te-ra-da - puede ser perfectamente un anillo de pedida, por mucha denterilla que nos pueda dar.
Ahora bien, el entorno de la pareja dice que Mayer todavía no ha soltado la gran pregunta. Si queréis que os diga la verdad, últimamente todo son rumores de lo bien que están, de que se van a vivir juntos, de que no saben estar separados... Pero me da a mí en la nariz que Katy no se va a volver a casar tan pronto. Que de soltera se lo está pasando demasiado bien para volver a atarse.
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