A "modo de tragaperras", tal y como ha definido el 'Pequeño del alma', el programa conducido por María Patiño ha recibido a Kiko Rivera. Eso sí, sustituyendo los melocotones, los diamantes y las cerezas de la máquina por Techi y las otras mujeres que dicen haberse enviado mensajes guarrindongos con el archi conocido terror de las nenas, Paquirrín.
El cantante ha asegurado que todo lo contado por Techi Cabrera es mentira, sin embargo, ha destacado que "lo de la chica de la discoteca es cierto, pero es pasado", refiriéndose a Alicia, una trabajadora de su discoteca. De hecho, es el motivo principal de haber aceptado la invitación de 'Sábado Deluxe' tras cinco años sin pisar ese plató.
Rivera ha repetido tanto su mantra "el único culpable soy yo", que el que se haya tomado un chupito cada vez que lo haya oído, ya debe ir en la ambulancia camino al hospital por coma etílico. De este modo, ha asegurado que Irene y él han pasado un bache emocional bastante 'heavy' desde que, tras 'GH Dúo', su esposa "pescara" sus mensajes subidos de tono con Alicia.
El DJ ha asegurado que fue la camarera quien le habló por Instagram primero tras haber salido a fumar juntos una noche en 'El Hoyo 19', su discoteca, y haberle ofrecido una chaqueta para que no pasara frío. Qué apañao' el muchacho. A partir de ahí empezó una relación navideña de roneo escrito vía móvil: "eran mensajes de no un solo día", aclaraba.
Kiko ha reconocido, a punto de llorar, que todo pasó mientras que la madre de Irene Rosales encaraba la recta final de su enfermedad. "Al salir de Gran Hermano era la primera vez que me veía guapo en mi vida", ha dicho recalcando que solventó por unos meses los problemas de autoestima que siempre ha tenido. La verdad es que salió hecho un dandee y, según dice él, ahora parece habérselo comido.
"Estuvimos a punto de romper", ha desvelado insistiendo en lo culpable que se siente de haber propiciado esta situación. De hecho, ha contando que su mujer se estuvo apoyando en Isabel, ya que la tonadillera la apoyó en todo momento culpando a su hijo.
El heredero de los Pantoja, sin embargo, ha asegurado que no le molesta para nada que Irene se refugie en ella. La colaboradora de 'Viva la vida' recibió el apoyo de Luis Rollán y de Suso, amigos de toda la vida de su marido, haciéndole ver que ninguno de ellos le dio la razón como a los tontos.
Según el testimonio del invitado, Irene y él no tenían relaciones sexuales porque discutían por todo. "Su madre estaba a punto de morir, era una situación muy complicada", ha garantizado. Eso, sumado a que el hijo de Paquirri "es débil", hizo que este acabara pensando con la cabeza (pero no la de arriba).
"Tengo ojos", decía valorando a las chicas guapas que hay en su entorno. Por favor, que alguien le recupere las revistas que tenía de adolescente... A ver si así para de darle Perico al torno...
A pesar de que dice no ser capaz de ver a su mujer en el programa de Emma García, Kiko ha dejado claro que la decisión de dar la cara en el programa de por la noche es de los dos, porque es lo justo para su matrimonio, que ya está totalmente reforzado. No te quites mérito que, después de la cuarentena, a muchas parejas les gustaría decir lo mismo.
Kiko sigue teniendo dependencia de las drogas, pero nunca ha vuelto a recaer según ha destacado en la entrevista de hoy. De hecho, Antonio David garantiza que, una vez que estaban juntos, un fan le ofreció "una bolsa con sustancias" y que el hijo de la Pantoja le respondió tajante: "gracias, pero ya no tengo nada que ver con este mundo, no quiero ver eso ni de lejos".
Aunque se ha portado muy mal, asegura que, por muchas peleas que tuviera con Irene en aquella crisis matrimonial, seguía apoyándola y estando con ella durante la enfermedad de su madre. Pero Kiko ha sorprendido diciendo que no es feliz, que hay días en los que no se quiere a él mismo: "estoy triste, decaído y no estoy feliz con mis metas. No lo estoy dando todo en el trabajo".
Muy emocionado, Rivera ha destacado que ha tenido tanto miedo de perder a su esposa, sin la que "no estaría vivo", que no ha llegado a compartir esta tristeza interna con Irene: "no estoy feliz conmigo mismo y no me atrevo a hablarlo con mi mujer".
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