Buscando en el baúl de los recuerdos: este es el pasado cani de los famosos que nunca querrían que vieras

El pasado llama a tu puerta cual repartidor de 'Amazon' dispuesto a traerte la última chuminá en la que te has gastado el sueldo. Antes de los filtros de Instagram, los modelazos de alta costura y el make-up que te quita tantos años que te devuelve al útero de tu mamá de un brochazo, nuestros famosetes preferidos han pasado por una serie de etapas repletas de piercings, estilismos imposibles y peinados con más gomina que el cuarto de baño de un torero.

Las cadenas de rapero que por poco provocan una desviación en la columna, los pantalones de pandillero que se abrochan por debajo de los cachetes o sacar morritos en la foto como la Rebe de los 'Gipsy Kings' son algunos de los outfits básicos que utilizaron las celebs del momento para estar a la última.

Ponte tus aros del 'Bershka', engomínate las puntas y dale caña a 'Camela' porque este es el pasado cani de tus ídolos del famoseo:

Miguel Ángel Silvestre

Antes de que Miguel Ángel Silvestre se pusiera a meter tiros a diestro y siniestro en 'Sky Rojo' o enamorara a Cata con su personaje de "El Duque", vivió su propia 'Sin Gomina No Hay Paraíso' en la que acariciarle la cabeza a Miguelito era lo mismo que tocar la tersa piel de una iguana.

De su camisa ibicenca al más puro estilo David Civera mejor ni hablamos.

Cristina Pedroche

Hubo un tiempo en el que la Pedroche se hacía llamar "Kristy la chulita", petaba Tuenti de fotos con sus coleguis y se plantaba unos jeans cuyo largo limpiaba las calles de medio Vallecas (barrio de la colaboradora de 'Zapeando'). Además, era muy asidua a mandar zumbidos por Messenger cuando sus amigas "la Vane", "la Jesy" y "la Fany" tardaban mucho en responderle.

Sergio Ramos

Sergio Ramos nunca ha sido la persona más elegante del mundo pero en arte no le gana nadie. Él llegaba al súper de su barrio y dejaba la estantería de espumas para el pelo haciendo eco. Eso sí, aunque su barbita se lo pensó mucho antes de crecerle, ahora le da un rollo de madurito vikingo muy chic.

Adara Molinero

La mirada felina de Adara fue capaz de enamorar tanto a Gianmarco en 'Gran Hermano' como al Jonathan de su barrio. Los ojitos de cordero degollado que ahora pone la influencer para posturear en Instagram, antes los ponía con sus amiguis por web cam.

Mario Casas

Aunque Mario Casas intente hacernos olvidar su pasado cani con su look de rastafari de Tarifa actual es imposible no acordarse de cuando acudió con Amaia Salamanca al Festival de cine de Málaga con un outfit tan válido para una red carpet como para desatascarle el váter a la vecina del sexto.

Melyssa Pinto

Atrás quedó la Melyssa que se agujereó la cara para hacerse un piercing en el labio porque sus troncas le dijeron que era de reshulona. Ahora viste de marca, parece la sobrina retirá de la Preyler y solo saca morritos cuando Carla Barber le tiene que clavar un jeringuillazo cargadito de ácido hialurónico en la boquita.

Pelayo Díaz

Si Coco Chanel levantara la cabeza, le echaba una broca a Pelayo Diaz y se volvía a dormir. El estilista tiene que tener esta fotito escondidita entre sus zapatos de la temporada pasada porque su look a lo Justin Bieber emo le debe de perturbar todavía por las noches.

Edurne

Edurne no tiene un pasado muy choni que digamos. Mientras sus friends escuchaban a 'La Húngara' ella era más de las últimas baladas pop de 'La Oreja De Van Gogh'. Eso sí, la jurado de los talent shows por excelencia sigue la misma línea de Anita Obregón y no se cambia el tono de rubio así se acabe el mundo.

Melendi

Antes de que Melendi se repeinara para el ladito cual chiquillo de colegio católico, apostólico y romano, llevaba rastas, tenía más piercings que orificios y caminaba por la vida sin pausa pero sin prisa.

Violeta Mangriñán

Si los cirujanos plásticos hablaran, dejaban a nuestra Violeta muda. El tupé de la influencer era más grande que el bolsillo de Doraemon pero a ella le venía la mar de bien para guardarse la blackberry, las manoletinas con las que se cambiaba los tacones después de una noche de party o para esconder a su amiga menor de edad que no dejaban pasar a la disco.