Arantxa Sánchez Vicario rompe a llorar en el programa de Mamen Mendizábal Palo y Astilla

Si le das Mamen Mendizabal un buen trozo de carne informativa, la chica la despelleja viva. Sube el labio como si fuera un boxeador y no se le resiste nada. Así, el programa Palo y Astilla, dedicado anoche a Arancha Sánchez Vicario, la tenista española más laureada (y luego denostada, y ahora compadecida), de la historia, se convirtió en un gran banquete de salseo del bueno. Ya lo hubieran querido para sí Jorge Javier Vázquez o María Patiño para un De Luxe bien apañado. Lo siento Mamen, tú que siempre quisiste hacer periodismo serio.

Metamos en una coctelera: las imágenes antiguas de los errores del pasado a lo Hormigas Blancas, la música clásica versión chill, la iluminación y los planos de "En tu casa o en la mía",** de Bertín Osborne,** a Mamén Mendizábal y a Arantxa Sánchez Vicario, tras su divorcio y su arrepentimiento por cómo trató a sus padres, y voilá: tendremos este programa en el que ya desde el comienzo la presa (sí: Arantxa, aunque con look de Sandra Bullock), conmueve.

Pongámonos en antecedentes, para los más jóvenes, yogurines y "petisuis" que lleguen hasta estas letras y que saben mucho de Cantora la herencia envenenada y poco de este affaire: Arantxa Sánchez Vicario denunció a su padre (ese que le pagó las clases de tenis). Y a su madre (que la acompañó cuál madre de la Pantoja hasta la cima). Y escribió un libro lleno de reproches contra ellos. Ahora se sabe (antes se intuía), que era su segundo marido, (que debe tener más peligro que Espinete) el que la movió en ese tortuoso camino.

Según declaraciones de Arantxa a Hola: "El libro que escribí es mi cruz. Nunca debí hacerlo, pero mi amor era tan fuerte y mi cabeza tan frágil, que me dejé aconsejar para plasmar su odio hacia mi familia a través de mí". La vimos sufrir y llorar al presentar el escrito, con un comunicado que leyó. Tiempo después la vimos salir indignada del tanatorio en el que estaba su padre porque sus hermanos no la dejaron quedarse. Siempre con su marido al lado. La vimos entonces y la vimos ayer. Porque nos lo recordó Mamen. Aunque lo sabíamos, volver a verlo revolvía.

El programa empezó ya por todo lo alto. Con Mamen haciendo una pregunta directa a Arantxa (en cero coma, se le puso cara de Jorge Javier Vázquez): "No sé si es el momento ya en el que necesitas ya sacarte de esa imagen de hija mala, de haber denunciado a tu padre, de haberle llevado a los tribunales. Esa imagen con la que muchos españoles se han quedado". Arantxa reconoce que es humana, y que pedir perdón cuesta, pero que lo ha hecho y su familia ya lo sabe "lo que se hizo, el presente lo cambiará y sigo luchando por recuperar esa unión familiar".

Siguiente pregunta, por si la anterior (que es como el tirón de la cera depilándote después del confinamiento), no ha sido suficiente: -"¿Tú te has sentido el motor económico de tu familia? ". "No te voy a contestar", responde Arantxa tras un silencio. Aguanta la tenista el tipo y las lágrimas, cómo si estuviera jugando la final de un Gran Slam, pero después se rompe y llora al recordar que su padre ya no está. Finalmente, la unión con su madre es latente, incluso vemos una imagen final, y nos alivia la pena.

¿Lo mejor del programa? El hermanísimo de Arantxaa, Alberto Sánchez Vicario, que elegantísimo y guaperas como siempre, soltaba ligeras carcajadas de todo ante las preguntas de Mamen. Vamos que ya está pasado de vueltas y hasta se ríe. Y nosotros que nos alegramos. También esto pasará.

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