La mayoría de nosotros aprovechamos las escasas vacaciones que tenemos para irnos a tirar a la playa más cercana... junto con otros tantos miles de personas. Pero Taylor Swift es mucho más cuqui que todo eso. ¿Para qué permitir que la gente entre en su playa cuando puede darse el bañito en compañía de sí misma? ¡Ah, esperad un momento! Que la playa... ¡es pública!
Una cosa es ser famosa y millonetti y poder permitirte tener una playa privada donde revolcarte en la arena como una croqueta humana. Y otra muy distinta es que tu súper mansión chachi de la muerte dé a la playa... y tú pretendas que lo público se convierta en privado por arte de magia. El caso es que Taylor Swift ha encargado a sus guardaespaldas que no permitan el paso a los bañistas de la zona, a pesar de que tienen todo el derecho del mundo a pegarse un refrescón.
La gente del pueblo está negra con el asunto, porque no entienden a ton de qué no pueden ir a la playa a la que han ido toda la vida sólo porque la señorita no quiera que la vean por allí. Y dicen, no sin razón, que si la chavala quería privacidad, podía haberse comprado una casita que no estuviera en primera línea de playa. ¡No se puede ser tan pijis, Taylor!
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