Creo que es de sobra sabida la especial predilección que siento por Emma Watson. No es que me caiga bien, que va, es que le tengo un aprecio y una estima que no son ni medio normales. Motivos, también tengo que deciros, que no me faltan. Empezó como una don nadie en el mundo del cine y poco a poco empezó a escalar, sin abandonar sus estudios e introduciéndose poco a poco en el mundo de las pasarelas como quien no quiere la cosa. Y lo mejor de todo esto no es la iniciativa, sino la manera en la que lo hizo porque en ningún momento contó con ayuda para poder realizarlo.
Quiero decir que, hasta el momento, todos los trapitos que ha llevado puestos y os han parecido dignos de princesa son elección de la propia Emma Watson, que hasta ahora no había contado con la ayuda de nadie para que le saliera a comprar la ropa ni los sujetadores y ella era más de la filosofía del “yo me lo guiso, yo me lo como”. Pero claro, eso ha habido un momento en el que ha sido totalmente insostenible y al igual que no podía compaginar sus estudios universitarios en la Universidad de Brown con el cine, ahora que ha dejado de lado el cine para dedicarse a la moda y la uni se ha visto en la necesidad de agenciarse un estilista.
Así que ya sabéis, si andáis buscando empleo y creéis estar a la altura de Emma Watson, sus estilismos y todo lo que ser ella implica, la llamáis al móvil y la convencéis de que sois los adecuados para ir de compras a Burberry por ella. Seguro que mal de sueldo no andaréis.
Foto | Burberry
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