La habitación secreta de Zarzuela, clausurada por Letizia para espantar a los cachorros Borbón

Letizia Ortiz - Gtres
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Hay en palacio una habitación secreta cuya llave custodia doña Letizia. No se trata de su vestidor privado y tampoco de la sala de catas para decidir el estricto menú semanal de sus hijas. Nada de eso. Es de un lugar anteriormente visitado por decenas de Borbones. Un cuarto en el que hace años solo se escuchaban carcajadas y, ahora, solo hay silencio y telarañas.

Cuando Letizia llegó a Zarzuela, Juan Carlos y doña Sofía se echaron las manos a la cabeza. Su hijo, el heredero al trono, pretendía casarse con una plebeya republicana que, para colmo, se dedicaba al periodismo. La muchacha lo tenía todo para no agradar a sus suegros, pero Felipe se impuso y dictó sentencia: o Letizia y o la soltería eterna.

Ante semejante planteamiento, al emérito no le quedó más opción que aceptar a la novia de su hijo. Al principio no le entraba por el ojo, pero poco a poco Letizia fue ganando terreno. Jamás mantuvo una relación estupenda con su suegro ni se fue de cañas con doña Sofía, pero el día a día era soportable.

Cuando Juan Carlos dejó el trono, Letizia vio la luz. Su marido se convertía en rey y  ella, inevitablemente, adquiría un poder que antes no tenía. Era su momento, su oportunidad de poner firmes a quienes considerase necesario. Y así fue. A partir de entonces, todo cambió en palacio por orden de doña Leti.

Doña Letizia - Gtres
Doña Letizia - Gtres

Tal y como publica ElNacional.cat, ahora hay una habitación prohibida en Zarzuela. Cuando doña Sofía estaba al mando, en ella dormían sus nietos cada vez que así lo deseaban. Cada uno tenía su cama, sus sábanas y su almohada. Era el cuarto de los primos, el lugar donde tantas y tantas pijamadas disfrutaron Victoria Federica, Froilán y los Urdangarines.

Ahora, aquello no es más que un habitáculo plagado de colchones viejos, mugre y mucho somier hecho polvo. Letizia ya no permite que los cachorros Borbones duerman en su fortaleza, y el motivo está claro: cualquier escándalo podría perjudicar (todavía más) la imagen de la monarquía española.

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