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'Secret Story: la casa de los secretos': Cristina Porta y Luca Onestini se besan, se dan el lote y se vuelven a morrear durante toda la noche poniendo fin a su particular ley seca

Morreo Luca Onestini Cristina Porta
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Se acabó la ley seca de 'Secret Story: la casa de los secretos'. Cristina Porta y Luca Onestini se han empapado esta madrugada durante la fiesta del covid con un morreo de telenovela, pero de las latinoamericanas, esas que no tenían censura por estar grabada en un país algo tiquismiquis con su mojigaterío. Los tortolitos, hasta el momento asintomáticos, han dado rienda suelta a la pasión durante la noche del 24 al 25 de noviembre para disfrutar al máximo la que puede ser la última que pasan juntos, ya que la periodista se enfrenta a su nominación más complicada frente a Adara Molinero en la gala de hoy.

Sin la excusita de un juego picantón de los que los fans de 'La Isla de las Tentaciones' van a pedir por Reyes (con cubitera incluida) ni con una prueba como pretexto, este es el primer beso en mayúsculas y con tilde en la 'B' que se dan Luca y Cristina en 'La casa de los secretos'. Ha sucedido en el baño, con el culete italiano de Onestini en la silla y con la Porta subida encima de él, a puntito de entrar en la ducha y, por tanto, vestida tan solo con una toalla que amenazaba con caerse de tanto revolcón.

Beso apasionado entre Cristina Porta y Luca Onestini en 'Secret Story: la casa de los secretos' - Telecinco Beso apasionado entre Cristina Porta y Luca Onestini en 'Secret Story: la casa de los secretos' - Telecinco

El beso ha durado la friolera eternidad de cinco minutazos, una apnea que debería considerarse que ha superado la de Pilar Rubio en 'El Hormiguero'. Un morreo lleno de pasión que ha acabado con una segunda temporada de pie, casi con Luca Onestini empotrando contra la pared (pero solo en cuanto a beso se refiere) a Cristina Porta. "Te quiero", se le escucha decir a ella. "Te quiero más yo", le responde el italiano antes de continuar con su exploración de tráquea a la nominada.

 

Cuando ella intentó redirigir su camino hacia la ducha, para que se le bajara el calentón, él la agarró por la cintura y siguió con su relamida comida de morros mientras que buscaba alguna vía de acceso al cuerpo de la periodista que estuviera abierta entre tanta toalla. Al final, Cristina optó por mandarlo a la cama y, tras su esperada ducha, le concedió el brutal privilegio de darse un poco más el lote entre las sábanas y de dormir haciendo la cucharita.

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