El nidito de amor de Juan Carlos I y Corinna Larsen en El Pardo: sin agua caliente, con muebles viejos y una piscina hinchable

La historia de amor entre Corinna y el rey emérito es más que conocida por todos. Su idilio se alargó durante años e incluso hay quien asegura que Juan Carlos fue como un padre para el hijo de Larsen. Aunque su relación acabó como el rosario de la aurora, lo cierto es que el padre de Felipe VI y la empresaria alemana se amaron con locura. Hacían vida de pareja e incluso compartieron domicilio: un chalet situado en El Pardo.

Juan Carlos necesitaba un picadero para disfrutar de sus noches de pasión con su amante y no tardó en conseguirlo. Tal y como publica OkDiario, el rey utilizó un chalet muy cercano a La Zarzuela para dar rienda a suelta a su amor por Corinna. Se trata de un chalet sin lujos, que en su día sirvió como refugio de los guardas forestales y, más tarde, fue utilizado por el emérito como nidito de amor.

No tiene agua caliente ni está decorado al gusto de Juan carlos. Allí tan solo había unos cuantos muebles viejos, tres habitaciones y una piscina hinchable donde Juan carlos y Corinna, con toda probabilidad, se dieron más de un revolcón. Además, en el jardín estaba situada la famosa barbacoa en la que el abuelo de Victoria Federica asaba los choricillos.

Menual Cerdán, director del medio, comentaba ayer en 'Más vale tarde' que "parece más bien un apartamento playero de los años 90". Teniendo en cuenta que el rey siempre ha tenido gustos caros, resulta extraño que eligiese este escondite para vivir junto a su amada. Pero lo que está claro es que Juan Carlos, por muy mujeriego que fuese, se enamoró de la empresaria hasta el punto de estar dispuesto a vivir "humildemente" a su lado.

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