El hijo doña Cristina ha vuelto a hacerlo. Una vez más, ha abierto la boca ante la prensa para demostrarnos que la mala educación no se contagia entre los nietos de don Juan Carlos. Pablo jamás tiene un mal gesto. Cuando le preguntan, contesta. No es demasiado hablador ni suele despejar ninguna duda existente acerca de su entorno, pero al menos el chaval resulta amable.
Hace unos días, Iñaki Urdangarin era pillado junto a su nueva churri en Baqueira, destino que también adora doña Cristina. Allí han pasado infinidad de inviernos en familia, cuando el matrimonio vivía feliz y a todo trapo. Después llegó la corrupción, el juicio y la cárcel. La cosa se puso fea para Iñaki, pero su esposa siempre estuvo ahí.
Hasta que no se dio de bruces con la realidad, Cristina no quiso divorciarse. Fueron las fotos de Iñaki paseando con otra mujer, casualmente también rubia, las que provocaron que la infanta diese el paso: a tomar por saco el matrimonio. Juan Carlos aplaudió con las orejas, e Iñaki, enamorado hasta las trancas, continuó su romance con Ainhoa.
La relación va viento en popa y a toda vela, o al menos así lo demuestran los planes de la parejita. En San Valentín, visitaron Baqueira y se alojaron, según dicen, en la misma urbanización en la que se hospedaba Urdangarin durante su matrimonio. Incluso, hay quien asegura que Iñaki visitó el chalet que la dirección de las pistas cede a Zarzuela cada temporada.
Sobre esto precisamente ha sido preguntado Pablo, el retoño de Iñaki, pero no ha dicho ni mú. Cansado del tema, ha exclamado: "No tengo nada que decir. Siempre lo mismo. Ya está". Sin embargo, sí ha tenido unas palabras para su abuelo, al que parece echar de menos: "¡Ojalá! Espero que sí. Ya veremos", comentaba sobre su posible regreso.
Además, le ha echado un capote a su primo el fiestero, que se encuentra ahora currando en Abu Dabi gracias a los contactos del yayo: "Me llevo muy bien con él, la verdad", aseguraba, tal y como publica Informalia.
Fotos: Gtres