Ernesto Sevilla confiesa en 'El Hormiguero' cómo fue la noche que se fue de juerga con un narco: "Había una pistola ahí. La cogió, me la enseñó"

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Anoche 'El hormiguero' contó con la inesperadísima baja de Pablo Motos tras haberse contagiado del fucking bichito. Las mentes pensantes del programita sustituyeron los chistes malos y las patillas súper skinny de nuestro pelirrojo favorito por la Patricia Pardo (queen regente de Ana Rous) de 'Antena 3', Nuria Roca que recibió con los brazos abiertos a los inigualables Arturo Valls y Ernesto Sevilla.

Este dúo de intérpretes acudió al show de las hormigas con el fin de promocionar el peliculón que tienen entre manos, 'Camera Café', que sigue la tendencial actual de rescatar una serie de antaño del baúl de los recuerdos de Karina y trasladarla a la gran pantalla.

El nuevo filme que refleja a un grupito de currantes que se pasa media jornada laboral frente a la máquina de cafés de su empresa criticando los stories de la Riesco o dándole a la sin hueso sobre el último expulsado del 'Secret Story' cuenta con Sevilla como director y Valls como prota máximo además de tener un elenco de lo más variopinto entre los que destacan Ana Milán, Carolina Cerezuela, Joaquín Reyes o Ibai Llanos que se interpreta a sí mismo.

Entre otros menesteres, Ernesto deleitó a los allí presentes con la narración de una de las juergas más peculiares de su vida cual padrino de un grupito de alcohólicos anónimos. El actor, lejos de pasarse de rosca con los chupitos de tequila de fresa y ofrecerle al WC una linda pota color arcoíris, se fue de party hard con un narco y de los chungos: "Conocí a un tío una noche de fiesta sin saber a qué se dedicaba, fui a su casa, empezamos a hablar y me dijo que tenía una hija que quería una consola".

El de Albacete ejerció de buen samaritano y se dispuso a regalarle el apartito a la retoña friki del individuo pero este le tenía una sorpresita guardada al cómico: "Yo le dije que le regalaba una consola a su hija, entonces abrió un cajón para coger una cosa y había una pistola ahí. La cogió, me la enseñó... Total, que me fui a mi casa terminada la noche y la cosa se quedó ahí", sentenció Ernesto, haciendo entrever que se tuvo que poner tres diazepanes bajo la lengua para dormir esa night.

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