Todos los detalles sobre el primer encuentro entre Cristiano y Georgina: "Estaba saliendo de la tienda y apareció"

Georgina y Cristiano
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Ha llegado el gran día. Netflix estrena hoy, jueves 27 de enero, la polémica serie documental de Georgina Rodríguez, una de las mujeres más conocidas del planeta tierra. Existen todo tipo de especulaciones sobre ella. Algunos la admiran, otros la detestan, pero todos tienen algo en común: quieren una vida como la suya. Pero, ¿cómo vive realemente la churri de CR7? ¿Es todo de color de rosa? ¿Desayuna caviar y champagne del caro?

Este jueves, día en que "casualmente" Georgina cumple 28 tacos, verá la luz la verdadera esencia de la mujer del futbolista más famoso de la tierra. Nació en Jaca y se crió en una familia con recursos limitados. Después se mudó a la capital, comenzó a currar en la tienda de Gucci y, de golpe y porrazo, se enamoró de alguien que le cambiaría la vida.

Georgina curraba sus ocho horitas diarias como cualquier otro mortal, y aunque ahora podría revolcarse en billetes, recuerda a la perfección cómo conoció a su chico: "Fue un jueves de verano. Trabajaba en Gucci. Me tocaba salir a las 5 y me llamó un compañero que me quedara media hora más para atender a una clienta. Cuando estaba saliendo de la tienda apareció un hombre guapísimo de casi dos metros acompañado de un niño y de un grupo de amigos. Empecé a sentir cosquillas en el estómago. Y pensé: ¿Qué me pasa? No quería ni mirarle, tenía mucha vergüenza”.

 

A partir de entonces, Cristiano comenzó a comprarse hasta los calcetines más horrendos de la firma. Cualquier excusa era buena para pasarse por Gucci y saber más sobre aquella morena que estaba tras el mostrador. "Empecé a atenderle en Gucci y un día me escribió que tenía un evento, que si iba a estar. Y le dije que sí, que me pasaría. Me llevé todo el día pensando qué me iba a poner, cómo me iba a peinar. Cuando llegué le vi guapísimo, me acuerdo que llevaba él y yo. Brindamos con una copa de champagne y me tuve que ir a la cena de empresa. No me apetecía nada, pero me tuve que ir. Pero fue bueno porque nos dejó con las ganas”, relata la joven.

Más tarde volvieron a coincidir en otro evento, y aquello ya fue definitivo. Había una conexión, se atraían: "De camino al restaurante nuestras manos se chocaron y sentí cómo si esas manos hubieran estado conmigo mucho tiempo. Y ya cuando nos volvimos a chocar, nos las cogimos. Eran unas manos familiares, que encajaban a la perfección", asegura Georgina. Cristiano, a su vez, también recuerda el momento: "Cuando nos chocamos las manos fue un momento único… Era una chica superinteresante, madura y comencé a engancharme”.

 

Desde aquel momento todo fue rodado. Cristiano la recogía al salir de currar y claro, los compañeros de Georgina flipaban en colores: "Él venía después de trabajar a recogerme. Venía en Bugatti a veces. Mis compañeros alucinaban. Yo llegaba en autobús y me iba en Bugatti…”, recuerda.

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